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martes, abril 22, 2025

Ricardo Gallardo: El rey del nepotismo que burla la reforma constitucional

Cómo el gobernador de San Luis Potosí manipuló la ley para perpetuar su dinastía

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San Luis Potosí se ha convertido en el epicentro de una vergüenza política que pone en evidencia la hipocresía de quienes dicen gobernar para el pueblo. Ricardo Gallardo Cardona, el gobernador que llegó al poder en 2021 bajo la bandera del Partido Verde Ecologista de México (PVEM), ha demostrado que su verdadero interés no es el bienestar de los potosinos, sino perpetuar su reinado familiar a costa de la democracia. La reciente reforma constitucional contra el nepotismo y la reelección, aprobada el 25 de febrero de 2025 en el Senado, debía ser un golpe a estas prácticas rancias, pero Gallardo y sus aliados lograron convertirla en una burla.

El aplazamiento de la prohibición del nepotismo hasta 2030 no es una casualidad, sino una maniobra descarada orquestada por el PVEM y consentida por Morena para proteger los intereses del gobernador. ¿El objetivo? Asegurar que su esposa pueda sucederlo en la gubernatura en 2027 sin que la ley lo impida. Este cambio, que Gerardo Fernández Noroña admitió como un «motivo político» del PVEM en San Luis Potosí, expone a Gallardo como un político oportunista que antepone su ambición personal a los principios de equidad y transparencia que dice defender.

Mientras el pueblo de San Luis Potosí enfrenta problemas reales —inseguridad, desigualdad y una administración cuestionada por su opacidad—, Gallardo se dedica a tejer una dinastía. No es un secreto que su gestión ha estado más enfocada en consolidar su poder que en resolver las necesidades de los ciudadanos. Ahora, con el respaldo de una reforma descafeinada, pretende entregar el estado a su familia como si fuera una herencia personal. Este acto de cinismo no solo traiciona la confianza de los votantes que lo llevaron al poder, sino que también mancha la supuesta transformación que pregona la coalición gobernante.

La presidenta Claudia Sheinbaum, quien impulsó la reforma original, ha quedado en una posición incómoda al aceptar este retraso vergonzoso. Aunque insiste en que el pueblo «verá mal» estas prácticas, su tibieza ante las artimañas de Gallardo y el PVEM evidencia una falta de autoridad para frenar a los caciques modernos. San Luis Potosí merece más que un gobernador que juega con las leyes para mantenerse en el poder a través de su círculo íntimo. Gallardo no solo es un símbolo del nepotismo que México necesita erradicar, sino una prueba viviente de que, para algunos, el cargo público es solo un trampolín para el beneficio familiar. El 2027 será el momento en que los potosinos decidan si toleran este insulto o exigen un cambio real.

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