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martes, noviembre 11, 2025

Hamas acepta ‘plan de Trump’: la jugada retórica más audaz

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TL;DR

  • Hamás declara aceptar solución de dos Estados basada en fronteras de 1967
  • Mousa Abu Marzook vincula posición a ‘parte del plan de paz de Trump’
  • El plan original de 2020 es incompatible con lo que Hamás propone
  • Israel rechaza cualquier acuerdo que mantenga a Hamás en el poder
  • Analistas ven táctica negociadora en momento de presión militar

El arte de decir sí sin realmente decir sí

En el circo de las relaciones internacionales, pocos espectáculos superan el que ofreció Hamás este mayo de 2024. Mousa Abu Marzook, miembro del buró político del grupo, se sentó con Al-Monitor y soltó la bomba: «Aceptamos un estado palestino en las fronteras de 1967 con Jerusalén como su capital, el derecho al retorno para los refugiados, y el desmantelamiento completo de los asentamientos israelíes, y el plan de paz de Trump a este respecto.»

La jugada es tan elegante como absurda. Hamás, la organización que durante décadas ha predicado la destrucción de Israel, ahora se presenta como el heredero legítimo del «Acuerdo del Siglo» de Donald Trump. Es como si el Chapulín Colorado decidiera adoptar la filosofía de Nietzsche: técnicamente posible, pero nadie se lo cree.

Trump debe estar girando en su… oficina

Lo que hace esta declaración particularmente deliciosa es que el plan de paz de Trump de 2020 era exactamente lo opuesto a lo que Hamás dice aceptar. El «Acuerdo del Siglo» otorgaba a Israel soberanía sobre los asentamientos y el Valle del Jordán, proponía un Estado palestino desmilitarizado y fragmentado, y mantenía Jerusalén como capital indivisa de Israel. En otras palabras, era el sueño húmedo del sionismo más duro y la pesadilla del nacionalismo palestino.

Entonces, ¿cómo diablos Hamás llega a la conclusión de que acepta «parte» del plan de Trump? Simple: han descubierto el poder mágico del cherry-picking geopolítico. Es como decir que aceptas «parte» de la dieta keto porque comes aguacate, ignorando convenientemente que también comes tortillas.

La hudna estratégica

Lo más revelador de la entrevista de Abu Marzook es la mención a una «hudna» – una tregua islámica que podría durar hasta cinco años. Reuters captó bien el meollo: Hamás está dispuesto a un «acuerdo completo y exhaustivo» que incluya la liberación de rehenes si Israel detiene la guerra.

Aquí es donde la jugada se vuelve brillantemente cínica. Hamás, acorralado militarmente después de meses de ofensiva israelí, ofrece lo que nunca antes había ofrecido: reconocimiento tácito de Israel a cambio de respirar. Es la versión geopolítica de «dame un respiro y veremos».

El escepticismo israelí: obvio pero necesario

Mientras la BBC y otros medios internacionales analizaban las posibles implicaciones, The Times of Israel dejaba claro el rechazo absoluto del gobierno israelí. No es sorpresa: el actual gabinete israelí ha rechazado explícitamente las fronteras de 1967 y cualquier acuerdo que mantenga a Hamás en el poder.

La respuesta israelí podría resumirse en un «sí, claro, y yo soy el rey de Inglaterra». Después de todo, ¿quién negociaría seriamente con una organización cuyo documento fundacional sigue llamando a tu destrucción?

El contexto que lo explica todo

Associated Press calificó acertadamente el movimiento como un «cambio retórico» significativo. Y es que estamos en mayo de 2024, siete meses después del ataque del 7 de octubre que desató esta guerra, con más de 35,000 palestinos muertos según el Ministerio de Salud de Gaza y alrededor de 130 rehenes israelíes aún en cautiverio.

Hamás no está haciendo filosofía política; está jugando al ajedrez con su supervivencia en juego. La referencia al plan de Trump no es un error de traducción ni un lapsus freudiano. Es un intento calculado de presentarse como un actor racional dentro del marco diplomático internacional, incluso si ese marco hay que torcerlo hasta que cruja.

¿Y ahora qué?

DW y El Financiero captaron la esencia del momento: estamos ante una posible maniobra negociadora en un contexto de presión extrema.

Lo fascinante de este episodio no es si Hamás realmente cambió de ideología (spoiler: no), sino cómo incluso los actores más ideologizados se ven forzados a bailar al ritmo de la realpolitik cuando las balas silban muy cerca. Hamás está descubriendo lo que muchos antes: que a veces hay que fingir que te gusta la música para que no te disparen en la pista de baile.

Al final, esta declaración probablemente no cambiará el curso de la guerra, pero sí revela algo importante: en el juego de la supervivencia, hasta los fundamentalistas aprenden a ser pragmáticos. O al menos, a fingir que lo son.


Fuentes consultadas:

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  • Entre Líneas

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