31.8 C
San Luis Potosí
miércoles, marzo 12, 2025

¿70 años de cárcel para Lucio y Diana? El Estado que castiga a los pobres en lugar de ayudarlos.

El caso del bebé abandonado en Tultitlán no es solo una tragedia: es un espejo de la hipocresía de un sistema que prefiere encarcelar a los vulnerables en lugar de darles herramientas para vivir con dignidad. Mientras Lucio y Diana enfrentan penas de hasta 70 años, el Estado sigue sin ofrecer educación sexual, salud reproductiva y apoyo real a quienes más lo necesitan. ¿Justicia? No. Esto es punitivismo disfrazado de moralidad.

Destacadas

Entre Líneas
Entre Líneashttps://entrelineas.news
Noticias claras, análisis profundo. La verdad se lee Entre Líneas. #EntreLineas

El caso del bebé abandonado en Tultitlán ha desatado una ola de indignación en México. Las imágenes del joven Lucio dejando a su hijo recién nacido en una bolsa de plástico en la vía pública son, sin duda, desgarradoras. Pero antes de lanzar piedras desde la comodidad de nuestras pantallas, ¿no deberíamos preguntarnos qué llevó a dos jóvenes de 18 y 21 años a tomar una decisión tan extrema? ¿Es este un caso de maldad pura o un síntoma de un sistema que falla en proteger a sus ciudadanos más vulnerables?

El Código Penal del Estado de México establece penas de hasta 70 años de prisión por homicidio en grado de tentativa, el delito que se les imputa a Lucio y Diana. Pero, ¿realmente creemos que encarcelar a dos adolescentes durante toda su vida resolverá algo? ¿O estamos usando la justicia como un parche para tapar las heridas de un sistema que no ofrece educación sexual, acceso a servicios de salud reproductiva ni apoyo a las familias en situación de pobreza?

El contexto importa

Lucio y Diana no son villanos de telenovela. Son dos jóvenes que, según los testimonios de sus familias, vivían en condiciones de pobreza extrema. Diana, quien ya tenía un hijo, trabajaba en una pastelería. Lucio, sin empleo y con apenas 18 años, enfrentaba la presión de mantener a una familia que no planeó. La conversación filtrada entre ambos revela desesperación, miedo y, sobre todo, ignorancia. Diana, tras sufrir un aborto espontáneo, escribe: “Dios mío, ¿qué hago? ¿Dónde lo tiro?”. Lucio responde: “Sé que está mal esto, pero no había otra forma”.

¿Acaso no es este un reflejo de la falta de educación sexual en México? Según datos del INEGI, en 2023 nacieron más de 100,000 niños de madres menores de edad. El 37% de las mujeres que tuvieron hijos tenían menos de 24 años. Estas cifras no son casualidad: son el resultado de un sistema que sigue viendo la sexualidad como un tabú y que no ofrece herramientas para que los jóvenes tomen decisiones informadas.

La justicia punitiva no es la solución

El sistema penal mexicano parece más interesado en castigar que en prevenir. Lucio y Diana podrían enfrentar décadas en prisión, pero ¿qué ganamos con eso? ¿Realmente creemos que la cárcel los “rehabilitará”? La justicia restaurativa, que busca reparar el daño y entender las causas profundas del delito, brilla por su ausencia en este caso.

Además, el Código Penal del Estado de México contempla excepciones para madres que deciden dar a sus hijos en adopción de manera legal. Sin embargo, Diana y Lucio, en su desesperación, no supieron o no pudieron acceder a estas opciones. ¿Dónde estaban las instituciones que debían guiarlos? ¿Dónde estaba el Estado cuando estos jóvenes necesitaban información y apoyo?

La doble moral de la indignación selectiva

Es fácil indignarse con Lucio y Diana, pero ¿dónde está esa misma indignación cuando hablamos de las condiciones de pobreza que los llevaron a esta situación? ¿Dónde están las marchas y los hashtags cuando se recortan presupuestos para programas de salud reproductiva o cuando se bloquean iniciativas para mejorar la educación sexual en las escuelas?

La sociedad mexicana tiene una doble moral preocupante. Por un lado, exige castigos ejemplares para casos como este; por otro, ignora las condiciones estructurales que los provocan. Nos escandalizamos con el abandono de un bebé, pero no nos escandalizamos con un sistema que permite que miles de niños crezcan en la pobreza, sin acceso a educación, salud o oportunidades.

¿Qué hacer entonces?

En lugar de pedir penas de 70 años, deberíamos exigir políticas públicas que prevengan este tipo de tragedias. Necesitamos educación sexual integral en las escuelas, acceso gratuito a métodos anticonceptivos y programas de apoyo para jóvenes en situación de vulnerabilidad. También necesitamos un sistema de justicia que no solo castigue, sino que también repare y prevenga.

Lucio y Diana cometieron un error gravísimo, pero no son monstruos. Son el resultado de un sistema que los dejó solos cuando más los necesitaba. En lugar de condenarlos al olvido en una prisión, deberíamos preguntarnos cómo evitar que casos como este se repitan. Porque, al final del día, la justicia no se trata solo de castigar, sino de construir una sociedad donde nadie se sienta tan desesperado como para abandonar a un bebé en una bolsa de plástico.

¿Castigo o compasión? La respuesta no es sencilla, pero una cosa es clara: si no cambiamos el sistema, seguiremos viendo más casos como el de Tultitlán. Y eso, queridos lectores, es algo que debería indignarnos aún más.

- Publicidad -spot_img

Más noticias

- Publicidad -spot_img

Últimas Noticias