TL;DR
- Reveló trastorno de ansiedad generalizada que deriva en claustrofobia severa
- Abandonó con 9.2 millones de votos a favor por salud mental
- Su salida generó críticas por su pasado como jueza estricta en La Academia
- El reality enfrenta crisis tras su salida y eliminación de Jawy Méndez
La paradoja de la Jueza de Hierro
Lolita Cortés, la mujer que durante años encarnó la severidad televisiva como «Jueza de Hierro» en La Academia, terminó pidiendo clemencia para sí misma. En una escena que parecía sacada de un guion de ironías, la misma que alguna vez cuestionó la fortaleza emocional de concursantes como Yuridia y Jolette ahora explicaba entre lágrimas por qué no podía continuar en La Granja VIP. Según Infobae, su decisión fue irrevocable: «Yo no puedo más», declaró ante las cámaras, visibilizando el impacto emocional que la convivencia genera entre los participantes.
La enfermedad que nadie ve
Lo que comenzó como un reality más en la carrera de Cortés terminó siendo una confrontación con sus propios demonios. Milenio documenta que la actriz sufre trastorno de ansiedad generalizada que, en su caso particular, deriva en episodios severos de claustrofobia. «Tengo una enfermedad mental, tengo trastorno de ansiedad que me lleva a la claustrofobia, y eso mismo me lleva a otras partes que no quiero mencionar», explicó durante la transmisión en vivo.
La ironía es brutal: la mujer que sobrevivió cáncer de mama en 2023 y problemas de hipertensión se rindió ante un trastorno invisible. Su cuerpo podía con la enfermedad física, pero su mente no aguantó el encierro del reality. La claustrofobia, como fobia específica, genera ataques de pánico ante la percepción de encierro, acelerando el ritmo cardíaco, sudoración excesiva y sensación de asfixia. En un formato donde el confinamiento es la esencia del programa, Cortés estaba condenada desde el inicio.
Los 9 millones de votos que no curan
Lo más revelador de este episodio no es la enfermedad en sí, sino lo que expone sobre la industria del entretenimiento. Cortés tenía 9.2 millones de votos a su favor, según Milenio. Podría haber llegado a la final por popularidad, pero eligió la salud. «No quiero hacerles otra semana miserable a mis compañeros», declaró, mostrando una empatía que pocos esperaban de la misma jueza que años atrás era implacable con los concursantes.
Su salida no fue silenciosa. Flor Rubio la cuestionó directamente: «Tú durante años en otros años les has dicho a tus alumnos que sean valientes… ¿Por qué tú sí puedes desertar?». La respuesta de Cortés debería ser material de estudio para productores de reality shows: «No es que yo sí pueda desertar. Yo necesito porque tengo una enfermedad mental… Es una enfermedad invisible… yo pensé que lo iba a lograr».
La crisis del reality y las críticas inevitables
Como era previsible, Infobae reporta que la salida de Cortés agudizó las críticas y comparaciones con su estricto papel como jueza en La Academia. Los televidentes no olvidan que esta misma mujer que hoy pide comprensión fue implacable con otros artistas que probablemente enfrentaban sus propias batallas emocionales.
El reality enfrenta una crisis doble: tras la salida voluntaria de Cortés, Jawy Méndez se convirtió en el cuarto eliminado gracias a una maniobra estratégica de Eleazar Gómez. La producción que apostó por el drama ahora enfrenta las consecuencias de crear entornos que pueden ser psicológicamente insostenibles para algunos participantes.
Lo que realmente se llevó de la granja
Al abandonar el set, Cortés ofreció una disculpa que resonó más allá del programa: «Les pido una disculpa inmensa. Yo me he estado tratando y todo, pero jamás imaginé que esto sería así de difícil para una persona que tiene esto… No está mal, no estoy mal… simplemente soy diferente».
Su hija la esperaba afuera, un detalle que humaniza completamente la situación. Mientras lloraba por sus «gallinas» y la vaca que «ya va a tener a su becerro», quedó claro que Cortés no se llevaba solo un cheque o exposición mediática. Se llevaba la lección más valiosa: incluso las Juezas de Hierro tienen límites, y reconocerlos no es derrota, sino sabiduría.
El equipo médico del programa confirmó que Cortés recibió atención psicológica inmediata tras su salida, un detalle que debería ser protocolo obligatorio en todos los realities. Porque al final, lo que este episodio revela es que mientras los programas se venden como entretenimiento, para los participantes pueden convertirse en cámaras de tortura psicológica disfrazadas de competencia.


