TL;DR
- Sam Altman no duerme desde que lanzó ChatGPT por las implicaciones de la IA
- La IA consume tanta energía que necesitaría 92 plantas nucleares para funcionar
- Mo Gawdat predice que en 12-15 años las máquinas dominarán completamente el trabajo
- Los únicos trabajos seguros serían fontaneros, músicos, escritores y artistas
- Nadie tiene un plan real para recolocar a millones de trabajadores desplazados
El insomnio de los dioses de la IA
Sam Altman, el creador de ChatGPT, confiesa que no ha dormido bien ni una sola noche desde que lanzó su creación al mundo. No es para menos. Cuando eres responsable de desatar una fuerza que podría reconfigurar la civilización humana, el sueño se convierte en un lujo. Según Share, Altman no es el único que está perdiendo el sueño. Eric Schmidt, ex CEO de Google, revela que la IA necesita el equivalente a 92 centrales nucleares solo para funcionar. Imagínense: casi cien Chernóbils energéticas para alimentar a nuestras nuevas criaturas digitales.
La paradoja del fontanero artista
Mientras los titanes tecnológicos calculan su consumo eléctrico en plantas nucleares, Mo Gawdat, ex ingeniero de Google, nos da el consejo laboral más surrealista del siglo: «Deberíamos convertirnos todos en fontaneros, músicos o escritores». No, no es broma. Según el experto, estos serían los únicos trabajos que sobrevivirán a la revolución de la IA. La pregunta obvia es: ¿quién va a pagar por tanto arte y tanta tubería cuando nadie tenga trabajo?
La cuenta regresiva de 12 años
Gawdat no se anda con rodeos. Predice que en 12 a 15 años llegaremos a la «era del dominio de las máquinas», donde el trabajo lo harán completamente las IAs sin intervención humana. Mientras tanto, estamos en la «era de la inteligencia aumentada», donde los humanos trabajamos junto a las máquinas. El problema es que esta transición ya está eliminando puestos. Gawdat pone el ejemplo de los call centers: donde antes había 2,000 agentes, ahora bastan 1,800 porque una IA hace el primer filtro. Y la pregunta incómoda que nadie quiere responder es: ¿qué hacemos con esos 200 desempleados?
La gran mentira del «upskilling»
Aquí es donde el cuento se desmorona. Jensen Huang de NVIDIA dice que no perderemos el trabajo a manos de una IA, sino a manos de alguien que sepa utilizarla. Suena bien, hasta que te das cuenta de que estamos hablando de recolocar a decenas de millones de personas. Gawdat lo admite con una honestidad brutal: «sinceramente no sé qué roles podrían ocupar». La sociedad, dice, tiene que pensar qué pasa con ellos. Pero mientras tanto, el plan parece ser esperar a que todos nos volvamos repentinamente talentosos en fontanería o composición musical.
El elefante en la habitación energética
Schmidt nos recuerda que la única limitación real de la IA es eléctrica. Necesita 92 plantas nucleares. Para ponerlo en perspectiva: México tiene solo dos reactores nucleares en Laguna Verde. La IA global necesitaría 46 veces la capacidad nuclear de todo nuestro país. Y mientras resolvemos ese pequeño detalle energético, seguimos discutiendo si seremos todos artistas. ¿Alguien más ve la desconexión aquí?
La falsa dicotomía del apocalipsis
Lo más interesante de todo este debate es lo que Gawdat señala: no nos preocupa tanto que la IA nos destruya como especie, sino que nos quite el trabajo. Es decir, el verdadero miedo no es el apocalipsis estilo Terminator, sino no poder pagar la renta. Y tiene razón. Mientras Elon Musk predice 10,000 millones de robots humanoides en 15 años y Bret Adcock de Figure AI imagina calles llenas de androides, la pregunta práctica sigue siendo: ¿y el dinero para comer?
El plan que no existe
La parte más preocupante de todo esto es que, según Gawdat, «el plan no puede ser meterlo debajo de la alfombra». Pero hasta ahora, eso es exactamente lo que estamos haciendo. Hablamos de la IA como si fuera un fenómeno meteorológico inevitable, no como una creación humana que podemos -y debemos- regular. Mientras Altman no duerme y Schmidt calcula plantas nucleares, millones de trabajadores enfrentan un futuro incierto con la única recomendación de aprender a tocar la guitarra.
La verdadera pregunta no es si la IA nos quitará el trabajo, sino si tenemos la voluntad política y social para manejar esta transición sin dejar a medio mundo en la calle. Porque de nada sirve tener la tecnología más avanzada de la historia si no podemos garantizar que la gente tenga para comer. Y hasta ahora, la respuesta parece ser un silencio incómodo seguido de un «aprende fontanería».


