TL;DR
- Reformas históricas: delitos sexuales contra menores ahora son imprescriptibles.
- Inclusión: derecho a consulta de personas con discapacidad quedó en la Constitución local.
- Igualdad y seguridad: leyes más firmes contra la violencia de género y protección en eventos masivos.
- Trabajo territorial: 159 actividades, más de 50 colonias visitadas y congresos itinerantes.
En un Congreso donde lo común suele ser el bostezo y la política de trámite, Cuauhtli Badillo cerró su periodo como presidente de la Directiva de la LXIV Legislatura con una frase que parece más consigna de vida que slogan: “la política con los pies en la tierra”. Y es que lo suyo no fue solo la curul y la corbata, sino la combinación incómoda para muchos pero necesaria para la gente: legislar en tribuna y escuchar en la banqueta.
Reformas que trascienden el papel
En materia de justicia, impulsó la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra menores. Traducido: ningún agresor podrá confiar en que el tiempo borre su delito. Una deuda histórica que, aunque suene increíble, seguía pendiente en pleno siglo XXI.
También empujó la reforma que clarifica las facultades de amnistía e indulto, alineando la Constitución local con la federal. Nada glamoroso para redes sociales, pero vital para el equilibrio de poderes. Y, de paso, promovió la rotación en el Tribunal Estatal de Conciliación y Arbitraje: adiós a los cargos eternos y bienvenida la renovación.
En inclusión, consiguió que las personas con discapacidad tengan derecho constitucional a ser consultadas. No como acto de cortesía, sino como obligación del Estado. Y reforzó la exigencia de que los 59 ayuntamientos incluyan esa consulta en sus planes municipales.
En igualdad de género, la agenda fue clara: proteger de inmediato a mujeres y menores en casos de violencia, suspender visitas de agresores y evitar el viacrucis legal para recuperar a los hijos. Además, planteó que la educación con perspectiva de género empiece desde casa, con madres y padres involucrados.
Y si de seguridad hablamos, están las reformas para garantizar eventos deportivos más seguros y las calcomanías oficiales que certifican a establecimientos con medidas de Protección Civil. Después de tragedias que nos recuerdan que la negligencia mata, esta es política que salva vidas.
Congreso itinerante: el poder se salió de sus muros
Una de sus jugadas más disruptivas fue el llamado Congreso Itinerante. El Legislativo abandonó la comodidad del recinto en la capital para sesionar en Rioverde, Matehuala, Valles y Tamazunchale. Más que un gesto simbólico, fue la señal de que la representación se ejerce también en las regiones, frente a quienes rara vez ven de cerca a sus diputados.
El músculo territorial
Pero donde la narrativa se entiende mejor es en la calle. Ahí están las 159 actividades territoriales de este año: desde brigadas de salud comunitaria hasta la instalación de alarmas vecinales.
- 50 colonias visitadas.
- 30 alarmas vecinales instaladas.
- 20 comités de seguridad conformados.
- 65 actividades de participación ciudadana, incluyendo 50 asambleas informativas.
Y, para los escépticos que creen que todo es foto, ahí están los números: 15 jornadas de salud, 31 celebraciones comunitarias (posadas, Reyes, Día del Niño) y hasta la Copa Cuauhtli Kids, donde los chavos no solo jugaron futbol, también aprendieron que la política puede ser cercana.
Un estilo con mezcla peligrosa: traje y tenis
Badillo le apostó a un estilo que incomoda a la política tradicional: tribuna y calle, cifras y testimonios, leyes y colonias. Lo mismo reformaba el Código Penal que organizaba una jornada de salud en Valle Dorado. Esa mezcla de traje y tenis, de balanza y altavoz, es lo que buscó dejar como sello en su paso por la Directiva.
¿Y ahora qué?
Cierra un ciclo, sí, pero también abre un debate: ¿de qué sirve un legislador que se encierra en su oficina? ¿De qué sirve una ley que no nace de escuchar a quienes viven el problema? Cuauhtli Badillo apostó por la respuesta incómoda: servir desde el escritorio y desde la banqueta. Y aunque la política mexicana no es precisamente un campo fértil para ese estilo, al menos deja claro que, cuando se quiere, se puede.
Al final, lo importante no es el aplauso de la tribuna, sino la confianza de la colonia. Y en eso, los números no mienten.