TL;DR
- Uriel Rivera, de 33 años, acosó a la presidenta y a otras mujeres el mismo día
- La detención fue horas después, no en el momento del incidente grabado en video
- Sheinbaum reconoció que no se dio cuenta del acoso hasta ver los videos después
- El caso generó condena internacional pero expuso fallas graves en seguridad presidencial
- La presidenta denunció para «no dejar en peor condición a otras mujeres mexicanas»
El agresor que caminó libre
Uriel Rivera, de 33 años, no fue detenido en el momento que acosó a la presidenta Claudia Sheinbaum. Según Infobae, su captura ocurrió el martes 4 de noviembre después de que otra joven de 25 años pidiera ayuda por tocamientos indebidos. El patrón es claro: conductas similares con al menos otra mujer en la misma zona del Centro Histórico. Y aquí está el primer problema: si ya había un video viral del acoso a la presidenta, ¿por qué caminó libre hasta que otra víctima lo denunció?
La seguridad que no protege ni a la presidenta
El video que circuló en redes muestra algo escalofriante: el personal de seguridad no reaccionó. Quien separó al hombre de Sheinbaum fue un ayudante suyo, no los guardias presidenciales. DW reporta que el sujeto, aparentemente alcoholizado, logró pasar los filtros de seguridad, abrazar a la presidenta, tocarle la cadera y el pecho, e intentar besarla en el cuello. Y lo más preocupante: Sheinbaum confesó que \»hasta después que veo los videos no me doy cuenta de lo que realmente ocurrió\». Si ni la víctima más poderosa del país se da cuenta del acoso en el momento, ¿qué esperanza tienen las mujeres comunes?
La solidaridad selectiva
Mientras la ONU, Cepal y medios internacionales condenaban el hecho, en México la reacción política fue… interesante. La Jornada documenta que todas las fuerzas políticas en el Senado expresaron solidaridad, \»a excepción del PAN\». El líder priista Alejandro Moreno incluso insinuó que \»puede ser un montaje\» para desviar atención del asesinato del alcalde de Uruapan. Es decir, hasta un caso tan claro de acoso grabado en video se politiza. Como si el acoso sexual necesitara permiso partidista para ser condenable.
La denuncia que llegó tarde
Sheinbaum presentó cargos por \»acoso\», un delito tipificado en la capital y una veintena de estados. Pero aquí hay otra contradicción: si el video era prueba contundente y el agresor fue identificado, ¿por qué la denuncia llegó horas después? Infobae confirma que \»no se realizaron detenciones en el instante del evento\». Rivera evadió los primeros filtros de seguridad y siguió deambulando. La pregunta incómoda: si esto le pasa a la presidenta con todo y escolta, ¿qué tan fácil es para cualquier acosador evadir la justicia?
El mensaje que nadie quería escuchar
Sheinbaum lo dijo crudo: \»Si esto le hacen a la presidenta, ¿qué va a pasar con todas las mujeres en nuestro país?\» DW recoge su reflexión sobre por qué decidió denunciar: \»Si no presento una denuncia, ¿en qué condición se quedan las otras mujeres mexicanas?\» El caso expuso que el acoso no discrimina por cargo o poder. Y reveló que el sistema de seguridad falla hasta en proteger a quien debería ser la persona más resguardada del país.
Lo que realmente duele
Más allá de los comunicados de la ONU y las fotos con carteles de \»Si se toca una, respondemos todas\», el caso Sheinbaum deja al descubierto varias verdades incómodas: la seguridad presidencial tiene agujeros por los que cabe un acosador, la reacción institucional es lenta incluso con evidencia en video, y la impunidad para estos delitos es tan normal que ni la presidenta se salva. La pregunta que queda flotando es: si a ella le pasó esto con cámaras y testigos, ¿cuántas mujeres sufren acoso cada día sin que nadie se entere?


