- Nissan amenaza con abandonar México si Trump impone aranceles del 25% a las importaciones mexicanas.
- La empresa exporta 320,000 vehículos anuales a EE.UU. desde sus plantas en México.
- Más de 15,000 empleos mexicanos podrían estar en riesgo.
- Trump pospuso los aranceles hasta marzo, pero la tensión comercial sigue en aumento.
Si la política fuera un partido de fútbol, Donald Trump sería ese jugador que no sabe si está jugando al fútbol o al rugby. Y México, bueno, México sería el arquero que intenta parar los tiros libres con las manos atadas. Esta semana, el balón lo tiene Nissan, el gigante automotriz japonés que amenaza con abandonar México si el magnate republicano cumple su promesa de imponer aranceles del 25% a las importaciones mexicanas.
La jugada no es menor. Nissan exporta alrededor de 320,000 vehículos anuales desde México a Estados Unidos, y sus fábricas en Aguascalientes, Cuernavaca y Toluca emplean a más de 15,000 personas. Si Trump decide apretar el gatillo arancelario, la empresa no tendría más remedio que replantear su estrategia. O, como dijo su CEO Makoto Uchida con la elegancia de un samurái moderno: “Tendremos que estar listos y quizá podemos trasladar la producción de estos modelos a otro lugar”.
Pero, ¿por qué tanto alboroto? Para entenderlo, hay que retroceder un poco. Trump lleva años jugando al ajedrez con la economía global, aunque a veces parece que está jugando damas chinas. Desde su campaña electoral, el ahora presidente estadounidense ha esgrimido la amenaza de imponer aranceles a México, argumentando que el país vecino se aprovecha del Tratado de Libre Comercio (TLC). Y aunque el TLC fue renegociado (ahora llamado T-MEC), Trump sigue con la mirada puesta en la frontera sur, que considera un coladero de migración irregular y tráfico de drogas.

El 3 de febrero, tras una llamada telefónica entre Trump y la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum, los aranceles se pospusieron un mes. A cambio, México desplegó 10,000 militares más en la frontera, una medida que algunos vieron como una capitulación y otros como un mal necesario. Pero el plazo vence el 4 de marzo, y la incertidumbre sigue en el aire.
Mientras tanto, Trump no ha dejado de mover fichas. Este lunes, impuso aranceles del 25% al acero y aluminio que importa Estados Unidos, una medida que ha desatado represalias de la Unión Europea y China. México, por su parte, ha resistido la embestida, pero la amenaza de Nissan es un recordatorio de que la economía no es un juego de suma cero.
¿Qué pasaría si Nissan se va?
Para empezar, más de 15,000 familias mexicanas podrían quedarse sin su principal fuente de ingresos. Además, la salida de la empresa enviaría un mensaje devastador a otros inversionistas extranjeros: si Nissan se va, ¿quién sigue?
Pero no todo está perdido. Sheinbaum ha demostrado ser una negociadora hábil, y el hecho de que Trump haya pospuesto los aranceles sugiere que hay margen para el diálogo. Además, México sigue siendo un hub estratégico para la industria automotriz, gracias a su mano de obra calificada y su proximidad con Estados Unidos.
Al final, todo se reduce a una pregunta: ¿Trump está jugando al póker o al ajedrez? Si es póker, podría estar bluffeando para sacar concesiones de México. Si es ajedrez, entonces estamos ante una partida que podría cambiar las reglas del juego comercial para siempre.
Lo que es seguro es que, en este tablero global, México no puede darse el lujo de ser un peón. Y Nissan, con su amenaza de irse, nos recuerda que en la economía global, las piezas no siempre se mueven como uno espera.