TL;DR
- América perdió su estatus libre de sarampión por primera vez tras 12 meses de transmisión en Canadá
- México concentra 23 de las 28 muertes y tiene el segundo brote más grande después de Canadá
- La cobertura de vacunación cayó al 79% regional y 69% en México, muy por debajo del 95% necesario
- El 89% de los casos son en personas no vacunadas, principalmente niños menores de 5 años
El retroceso que nadie vio venir
No mames, parece que nos fuimos en el tiempo machine directo a los 90. Las Américas, que fue la primera región del mundo en eliminar el sarampión en dos ocasiones, acaba de perder su estatus libre de la enfermedad. La OPS reporta que la transmisión endémica se restableció en Canadá después de 12 meses de circulación continua. Y aquí estamos, viendo cómo un logro histórico se nos va por el caño.
México: el país que más muertes suma
De las 28 muertes por sarampión en la región, 23 son mexicanas. Sí, leíste bien: el 82% de los fallecimientos. López-Dóriga documenta que tenemos 5,185 casos confirmados y el brote se ha extendido a 27 de los 32 estados. La cosa está fea, y no es exageración: estamos hablando de un aumento de 30 veces comparado con 2024.
La vacuna que nadie quiere
Aquí está el meollo del asunto: el 89% de los casos son en personas no vacunadas o con estado vacunal desconocido. La cobertura regional de la segunda dosis está en 79%, pero en México bajamos al 69%. Para que te des una idea de lo bajo que estamos: necesitamos 95% para tener inmunidad de rebaño. Estamos a años luz.
Chihuahua: el epicentro de la tragedia
21 de las 23 muertes mexicanas ocurrieron en Chihuahua, según El País. El brote en la frontera norte se desbocó por una combinación peligrosa: comunidades menonitas reacias a vacunarse, jornaleros que se mueven entre estados, y una orografía que dificulta el acceso a servicios de salud. Básicamente, el escenario perfecto para que un virus súper contagioso haga de las suyas.
¿Y ahora qué hacemos?
El doctor Jarbas Barbosa de la OPS lo dijo claro: «Esta pérdida representa un retroceso, pero también es reversible». El problema es que la reversibilidad depende de algo que no estamos haciendo: vacunar. Mientras el sarampión siga circulando en el mundo, seguiremos importando casos. Y con nuestras tasas de vacunación por los suelos, cada caso importado puede convertirse en un brote masivo.
La ironía de tener la solución en las manos
Lo más frustrante de todo esto es que tenemos la cura. La vacuna contra el sarampión evitó más de seis millones de muertes en las Américas en los últimos 25 años. Sabemos cómo funciona, sabemos que es segura, sabemos que es efectiva. Pero por alguna razón que raya en lo absurdo, decidimos no usarla. Y ahora pagamos las consecuencias con vidas.
No es solo un problema de salud
Cuando una enfermedad como el sarampión regresa, no solo hablamos de muertes evitables. Hablamos de sistemas de salud colapsados, de niños que no pueden ir a la escuela, de padres que no pueden trabajar, de comunidades enteras paralizadas. El sarampión es como ese invitado que llega a la fiesta y se queda para siempre, arruinando todo a su paso.
¿Aprendimos la lección?
La OPS ya está enviando expertos a México, Argentina y Bolivia. Monitorean riesgos en Belice, Brasil y Paraguay. Pero la pregunta incómoda queda flotando: ¿realmente necesitamos que vengan expertos internacionales a recordarnos algo que ya sabíamos? La vacunación salva vidas. Punto. No es ciencia espacial, es sentido común. Y parece que nos está haciendo falta.


