La siguiente nota no tiene la intención de promover el morbo ni fomentar actividades de este tipo. Cualquier persona que solicite información sobre los canales de difusión o herramientas para generar este tipo de contenido será expuesta públicamente en este medio y denunciada ante las autoridades correspondientes.
TL;DR
La inteligencia artificial, a pesar de sus avances, presenta un lado oscuro con la proliferación de aplicaciones que crean imágenes falsas de desnudos. Estas herramientas, cada vez más sofisticadas y accesibles, afectan principalmente a adolescentes, quienes son especialmente vulnerables al acoso y la extorsión en línea. La falta de conciencia sobre los riesgos y la desinformación sobre la legalidad de estas prácticas agravan el problema. El caso de Diego «N» y el aumento de denuncias por imágenes manipuladas exigen una respuesta contundente que incluya educación, concienciación y leyes más estrictas para proteger a los más vulnerables. La tecnología debe utilizarse para el beneficio de la sociedad, no como una herramienta para causar daño.
El avance de la inteligencia artificial (IA) ha traído consigo innumerables beneficios en campos como la medicina, la educación y la tecnología. Sin embargo, también ha abierto la puerta a usos malintencionados que representan un peligro creciente, especialmente para los grupos más vulnerables, como las adolescentes. Uno de estos usos preocupantes es el de las aplicaciones y algoritmos de IA diseñados para crear imágenes falsas de desnudos, un fenómeno conocido como «Undress AI«. Estas herramientas, que utilizan algoritmos avanzados para eliminar digitalmente la ropa de las fotografías, están generando un impacto devastador en la vida de jóvenes que comparten imágenes de sus outfits en redes sociales.
Las IA ayudan, pero también son un riesgo latente cuando están en las manos equivocadas.
El fenómeno de las IAs que desnudan no es nuevo, pero su proliferación y sofisticación han aumentado exponencialmente en los últimos años. Estas aplicaciones, muchas veces disponibles de forma gratuita o a bajo costo en internet, permiten a cualquier persona con acceso a una fotografía generar una versión desnuda de la imagen en cuestión. Lo más alarmante es que estas representaciones pueden ser extremadamente realistas, lo que dificulta distinguirlas de imágenes reales. Esto ha llevado a un aumento en los casos de manipulación de imágenes, especialmente de mujeres jóvenes que comparten fotos de sus outfits frente al espejo en plataformas como Instagram, TikTok o Snapchat.
El problema no se limita a la creación de estas imágenes, sino a su distribución y uso malintencionado. En muchos casos, las fotografías manipuladas se comparten en redes sociales, grupos de mensajería o incluso en entornos escolares, lo que expone a las víctimas a un nivel de vulnerabilidad sin precedentes. La Policía Foral de Navarra, por ejemplo, ha reportado múltiples denuncias de menores cuyas imágenes han sido manipuladas mediante IA para mostrar desnudos. Estas imágenes, una vez distribuidas, pueden causar daños irreparables en la intimidad y el bienestar emocional de las jóvenes afectadas.

Impacto en adolescentes: vulnerabilidad y consecuencias
Las adolescentes son particularmente vulnerables a este tipo de violencia digital. En una etapa de la vida en la que la autoestima y la imagen personal están en pleno desarrollo, el impacto de ver su imagen manipulada y distribuida sin su consentimiento puede ser devastador. En Almendralejo, España, se documentó un caso en el que hasta 20 niñas fueron víctimas del uso de aplicaciones que permiten crear imágenes desnudas sin su consentimiento. Este tipo de violencia no solo viola derechos fundamentales, como el derecho a la intimidad y a la propia imagen, sino que también puede tener consecuencias graves en la salud mental de las jóvenes afectadas.
Las víctimas de este tipo de acoso digital suelen experimentar ansiedad, depresión, aislamiento social e incluso pensamientos suicidas. Además, el miedo a ser juzgadas o estigmatizadas puede llevar a las jóvenes a no denunciar estos hechos, lo que perpetúa el ciclo de abuso. En muchos casos, las imágenes manipuladas se utilizan como herramienta de ciberacoso o sextorsión, donde los agresores amenazan con difundir las imágenes si la víctima no accede a sus demandas.
Consecuencias legales y vacíos normativos
La creación y distribución de imágenes falsas de desnudos no solo es una violación ética, sino también un delito. En muchos países, este tipo de contenido puede considerarse pornografía infantil, especialmente cuando se trata de menores de edad. Recientemente, en Navarra, una persona fue condenada por difundir imágenes generadas por IA, lo que marca un precedente importante en la lucha contra este tipo de delitos. Sin embargo, los vacíos normativos y la falta de conciencia sobre las implicaciones legales de estas acciones siguen siendo un desafío.
Muchos adolescentes no comprenden completamente las consecuencias legales de utilizar herramientas de IA para manipular imágenes. Podrían pensar que es inofensivo compartir imágenes manipuladas, sin darse cuenta de que están infringiendo la ley y poniendo en riesgo a otros. Además, la falta de regulación específica para este tipo de aplicaciones dificulta su control y eliminación de las plataformas digitales.
Riesgos asociados a la IA desnuda
El uso de herramientas de IA para desnudar imágenes no solo afecta a las víctimas directas, sino que también contribuye a la normalización del acoso digital y la violencia sexual. Un estudio reciente indicó que el uso de aplicaciones como estas ha aumentado significativamente, con un incremento del 2000% en enlaces relacionados con este tipo de contenido en solo un año. Esto refleja una creciente aceptación de prácticas que violan la privacidad y la dignidad de las personas, especialmente de las mujeres jóvenes.
Además, estas herramientas pueden ser utilizadas para intimidar o coaccionar a las víctimas, dando lugar a situaciones de sextorsión. Los agresores pueden amenazar con difundir las imágenes manipuladas si la víctima no accede a sus demandas, lo que crea un ciclo de abuso y control difícil de romper. En algunos casos, las imágenes también se utilizan para desprestigiar o humillar a las víctimas en entornos escolares o laborales, lo que agrava aún más el daño emocional.
La desinformación y la falta de conciencia
Uno de los mayores desafíos en la lucha contra este fenómeno es la falta de conciencia y educación sobre los riesgos asociados con el uso de la IA. Muchos jóvenes no son conscientes de las implicaciones éticas y legales de utilizar estas herramientas, y podrían participar en su uso sin comprender el daño que están causando. Además, la desinformación sobre la legalidad de estas prácticas contribuye a su normalización, lo que dificulta los esfuerzos para combatirlas.
Es crucial que tanto los jóvenes como sus familias estén informados sobre los peligros de compartir imágenes en línea y sobre el uso responsable de la tecnología. Las escuelas y las instituciones educativas también tienen un papel importante que desempeñar en la promoción de una cultura digital segura y respetuosa.
Caso de violencia digital en el IPN: Diego «N» y el uso de IA para alterar imágenes
El caso de Diego «N», un exestudiante del Instituto Politécnico Nacional (IPN), ha sacudido a la comunidad educativa y ha puesto en evidencia los peligros del mal uso de la inteligencia artificial (IA) para cometer violencia digital. Este joven, quien estudiaba Mercadotecnia Digital en la Escuela Superior de Comercio y Administración (ESCA), plantel Santo Tomás, fue detenido por la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México (FGJCDMX) el 29 de noviembre de 2023, acusado de alterar fotografías de sus compañeras utilizando IA y posteriormente comercializarlas.
La detención y el proceso legal
Diego «N» fue vinculado a proceso por el delito de violación a la intimidad sexual, tipificado en el artículo 181 Quintus del Código Penal de la Ciudad de México. Este delito, que también tiene alcance federal según el artículo 199 Octies del Código Penal Federal, se castiga con hasta 9 años de prisión y multas de hasta 500 unidades de medida y actualización. Además, el uso de IA para alterar imágenes sin consentimiento está reconocido como un medio comisivo dentro de la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia.
El juez encargado del caso determinó que Diego «N» permanecerá en prisión durante dos meses mientras se realiza una investigación complementaria. La FGJCDMX también cumplimentó una orden de cateo en la alcaldía Álvaro Obregón, donde se aseguraron dispositivos electrónicos y evidencia relacionada con el caso.
La fácil distribución de contenido manipulado
Uno de los aspectos más alarmantes del caso de Diego «N» y otros similares es la facilidad con la que el contenido manipulado mediante inteligencia artificial (IA) puede distribuirse en plataformas de mensajería como Telegram. Esta aplicación, conocida por su enfoque en la privacidad y el anonimato, se ha convertido en un refugio para la circulación de material inapropiado, incluyendo imágenes alteradas de desnudos generadas por IA.
Telegram: El favorito de los rufianes
Telegram permite la creación de grupos privados y canales donde los usuarios pueden compartir contenido sin restricciones significativas. A diferencia de otras plataformas que cuentan con sistemas de moderación más estrictos, Telegram ofrece un espacio donde los delincuentes pueden operar con mayor impunidad. En el caso de Diego «N», se descubrió que utilizaba grupos privados en esta plataforma para ofrecer y vender las imágenes alteradas de sus compañeras. Estos grupos, a los que solo se accede por invitación, funcionan como mercados clandestinos donde el contenido explícito se comercializa sin control.
La naturaleza cifrada de Telegram dificulta el rastreo de estas actividades, lo que permite a los infractores evadir la justicia con mayor facilidad. Además, la aplicación no requiere verificación de identidad, lo que facilita que los usuarios mantengan el anonimato. Esto ha convertido a Telegram en una herramienta popular para la distribución de contenido ilegal, incluyendo pornografía infantil, material de sextorsión y, como en este caso, imágenes alteradas con IA.

La viralización del contenido y sus consecuencias
Una vez que las imágenes manipuladas se comparten en plataformas como Telegram, su distribución se vuelve imparable. Los archivos pueden ser descargados, reenviados y compartidos en cuestión de segundos, lo que dificulta su eliminación completa. En el caso de las víctimas, esto significa que las imágenes pueden circular indefinidamente, incluso después de que se tomen medidas legales contra los responsables.
La viralización de este contenido tiene consecuencias devastadoras para las víctimas. Además del daño emocional y psicológico, las imágenes pueden llegar a entornos cercanos, como la escuela, el trabajo o la familia, lo que agrava la sensación de vulnerabilidad y humillación. En muchos casos, las víctimas se ven obligadas a cambiar de escuela o incluso de ciudad para escapar del estigma asociado con la difusión de estas imágenes.
La irresponsabilidad compartida | Complicidad y negligencia: La crisis digital que pone en riesgo a nuestras hijas.
Las autoridades tienen una responsabilidad ineludible en la regulación y combate de las herramientas de IA que facilitan la creación y distribución de imágenes falsas de desnudos. Es inaceptable que estas aplicaciones proliferen con impunidad, mientras cientos de menores ven vulnerada su intimidad sin que existan mecanismos efectivos de control y sanción. La ley debe actualizarse con urgencia para castigar no solo a quienes crean y difunden estas imágenes, sino también a las plataformas que permiten su circulación. No basta con condenas aisladas; se necesita una estrategia integral que incluya educación digital obligatoria, penas ejemplares y un sistema de rastreo para identificar a los responsables de estos delitos.
Sin embargo, las autoridades no son las únicas que han fallado. Muchos padres de familia han abandonado su rol de supervisión, permitiendo que sus hijas naveguen sin control en un entorno digital lleno de peligros. La sobreexposición de menores en redes sociales es un problema que no puede seguir siendo ignorado. No se trata de culpar a las víctimas, sino de reconocer que un menor no tiene la madurez suficiente para comprender los riesgos que enfrenta al compartir su imagen en internet. El desconocimiento o la indiferencia de los padres ante lo que sus hijos publican es, en muchos casos, el primer eslabón en la cadena de vulnerabilidad que estas IA explotan.
Además, es fundamental abordar la conducta de muchas adolescentes que, en busca de validación, comparten imágenes que apenas dejan espacio a la imaginación, facilitando la labor de estos algoritmos maliciosos. Vivimos en una era en la que la autoimagen y la autoestima de muchas jóvenes dependen del número de likes y comentarios en redes sociales. La hiper-sexualización de la infancia y adolescencia no es un fenómeno nuevo, pero se ha visto amplificado por la cultura digital y la falta de límites claros. Si bien ninguna víctima merece ser expuesta ni señalada, es imperativo que como sociedad reflexionemos sobre el papel de la educación y la familia en la formación de una autoestima sana que no dependa de la aprobación en línea.
El problema adquiere una dimensión aún más peligrosa cuando algunas adolescentes, al ver la viralización de estos casos, comienzan a generar y compartir imágenes explícitas de sí mismas, solo para luego alegar que fueron creadas por IA con el fin de evitar asumir responsabilidad. Esto no solo minimiza la gravedad del problema real, sino que también contribuye a la normalización del contenido sexualizado de menores, dificultando la identificación y protección de verdaderas víctimas. Es alarmante que algunas jóvenes vean en estas situaciones una oportunidad para llamar la atención o ganar notoriedad en redes sociales, sin medir las consecuencias a largo plazo de este tipo de exposición.
El avance tecnológico no puede ser una excusa para la inacción. Es hora de que la sociedad en su conjunto —autoridades, padres, educadores y plataformas digitales— asuma su responsabilidad y tome medidas concretas para frenar este fenómeno. La educación digital, la supervisión activa y el refuerzo de valores sobre la privacidad y el respeto propio son más urgentes que nunca. No podemos permitir que la negligencia y la indiferencia sigan dejando a nuestras jóvenes indefensas ante una amenaza que no deja de crecer.